lunes, 1 de diciembre de 2008

GOBERNAR: es ser humilde y flexible

GOBERNAR:
ES SER HUMILDE
Y FLEXIBLE


Hubo una vez, en China un gobernador que estaba preocupado porque no lograba la aceptación y el compromiso de los habitantes de su provincia. La gente lo abucheaba con frecuencia y, en el mejor de los casos, lo ignoraba. Él hacia sus mejores esfuerzos para ser un buen líder, pero nada le resultaba. Un día, se entero de que un gran maestro vivía en las montañas y decidió visitarlo para pedirle consejo. Le contó su historia y le pidió que lo ayudara a mejorar su liderazgo. “Te daré un consejo, pero lo haremos a mi manera”, respondió el sabio. Lo llevó hacia una quebrada desde la que se podía ver un río y le indicó que se sentara a observarlo.
El gobernador asistió, se acomodó debajo de un árbol y observó el río durante horas, sin entender por qué lo hacia. Unas horas más tarde, cuando el cansancio se hubo apoderado de su cuerpo, exclamo: “Maestro, aconséjeme cómo ser un mejor líder”. “Observa el río y aprende cómo se debe liderar”, le indicó el viejo. El mandatario volvió a sorprenderse con la indicación, pero el maestro le aseguro pacientemente que al final de su tarea entendería. Luego, lo condujo a una explanada donde juntó unos troncos y prendió fuego.
Esta vez, le pidió que se sentara a contemplar el fuego. Con expresión de resignación en su rostro, el gobernador obedeció. Observó el fuego durante horas, hasta que su paciencia se colmó. “Si lo que pretende es que me sienta ignorante, lo ha logrado”, exclamó indignado. “Estoy harto de mirar la naturaleza. Lo que quiero es que me diga con palabras que debo hacer para ser un mejor líder”.

El maestro dejó ver en su rostro una pequeña y sabia sonrisa de comprensión y respondió: “Ahora que has visto al fuego, ya sabes cómo no liderar”. Antes de que el gobernador pudiera responderle, continuó: “No debes gobernar como el fuego. Es imponente, despliega su energía e impresiona.

La gente se sienta a observarlo con miedo. Produce mucho ruido, calor y luz, pero en pocos minutos consume todo lo que está a su alrededor, e inclusive se consume a sí mismo. Nada queda de su obra, tan solo ceniza. El río, en cambio, es silencioso, humilde, avanza en un sentido, decidido claramente a fundirse con el mar. Es flexible y surca todos los obstáculos en su camino; pero lo más importante es que siembra bienestar por donde transita, generando vida y ayudaba las comunidades a desarrollarse y a crecer. Hijo mío, gobierna como el río; deja de gobernar como el fuego y verás la diferencia
”.

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